La personalidad, constructo definido a partir de una base genética y social del individuo
- Investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas habló sobre el temperamento, el carácter y la personalidad, durante la Semana Internacional del Cerebro de la FCQ
El temperamento de una persona es algo innato, tiene un origen genético y por lo tanto es hereditario, no modificable, ni controlable; mientras que el carácter es adquirido, una mezcla entre el temperamento y los hábitos aprendidos a partir de la educación, la cultura, las experiencias y el entorno del individuo, señaló Aleidy Patricio Martínez, investigadora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP.
Durante su conferencia “Temperamento, personalidad y cerebro”, impartida durante la Semana Internacional del Cerebro, de la Facultad de Ciencias Químicas, explicó que a diferencia del temperamento, el carácter es susceptible de ser modificado, además de ser controlable.
“La intersección entre el carácter y el temperamento da origen a lo que conocemos como personalidad (concepto del griego prosopón que significa máscara), considerada como algo externo: es lo que una persona quiere que los demás vean de ella y es lo menos genuino para describir a alguien”.
Estos elementos conductuales tienen un origen a nivel del cerebro. Explicó que el tálamo, la amígdala y la corteza prefrontal medial son los núcleos que se encuentran involucrados.
De acuerdo con estudios sobre liberación de neurotransmisores, señaló que la dopamina, la serotonina y la noradrenalina se cuentan entre los principales que definen parte de la personalidad. Asimismo, hay temperamentos más extrovertidos o menos introvertidos, lo cual está relacionado también con la liberación de dopamina y con la activación de los receptores dopaminérgicos.
“A menor liberación de dopamina la gente generalmente busca actividades de riesgo que los hagan sentir bien, como saltar del bungee, y generalmente esas actividades las hará una persona que sea muy extrovertida”, afirmó.
Hipócrates fue el primero en describir cuatro humores secretados en el cuerpo de todo ser humano (sangre, bilis amarilla, bilis negra y la flema), pero fue Galeno quien, con base en los estudios de este, propuso los cuatro temperamentos: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático.
Tiempo después, entre los siglos XIX y XX se comenzó a estudiar a detalle el desarrollo de dichos temperamentos y fue el psicólogo y filósofo alemán Wilhelm Wundt quien introdujo el concepto de un sistema bidimensional para distinguir los temperamentos, además de indicar que cada uno de estos tiene fortalezas y debilidades.
Es así que, por ejemplo, las personas de temperamento sanguíneo tienen las fortalezas de ser expresivos, atentos, amistosos, compasivos y entusiastas, pero a su vez, como debilidad, son indisciplinados, inestables, egocéntricos y exagerados; mientras que los coléricos pueden ser productivos, visionarios y líderes, así como fríos, rencorosos y crueles.
Finalmente, Patricio Martínez señaló que los estudios demuestran que cada persona tiene algo de cada uno de los cuatro temperamentos, por lo que es posible tener diferentes combinaciones que describirán parte de las conductas del individuo.