Ser científico es una forma de ser, una forma de vivir: Rosendo Lozada Morales

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Lunes, Julio 2, 2018
  • El académico de la FCFM que explicó la transición de materiales cristalinos hacia amorfos en vanadatos, algo que sus pares europeos y estadounidenses, pese a estar cerca, no habían logrado

Rosendo Lozada Morales es académico de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP, la unidad que le otorgó en 1996 el grado de doctor en Optoelectrónica y donde hoy forma parte del prestigioso grupo de científicos nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el mismo año de su ingreso a este padrón.  Es autor de 80 publicaciones de alto impacto, las cuales han dado lugar a 700 citas. Ha dirigido 10 tesis de doctorado, 15 de maestría y 20 de licenciatura. Actualmente es miembro de la comisión dictaminadora, en el área 1, del SNI.

 

Mi afición por explicar los fenómenos me llevó a ser físico

Chilchotla es un lugar de ríos y montañas, de cerros y cascadas, y de familias dedicadas a la agricultura. Es también el lugar de origen de Rosendo Lozada Morales: un pequeño poblado enclavado en la Sierra Oriental de Puebla, que brindó a sus sentidos cielos de azul profundo y noches cerradas, el ulular del viento y la música del agua en movimiento.

        En ese entorno vivió su infancia y adolescencia, alimentándose de imágenes y mil preguntas sobre la naturaleza y sus misterios. Esto, sin duda, lo nutrió de la sensibilidad que abre puertas a la imaginación creativa y toca, muy de cerca, al quehacer científico.       

       Lozada Morales encontró en la ciencia el camino para llegar a estas respuestas: “Siempre me gustaron las matemáticas y siempre quise ser profesor, en un campo de trabajo en el cual no tuviera tanta competencia. Los números me gustaron, pero para comprender cosas…los fenómenos de la naturaleza deben ser explicados. Esto marcó mi decisión de ser físico”.

       Por qué flota un barco de papel, por qué me puede oír o por qué me puede ver, por qué un avión tarda más de ida que de regreso, por qué al elevarse horizontalmente cae en el mismo lugar, si la Tierra está en movimiento…son preguntas que desvelaron sus sentidos en noches estrelladas de su natal Chilchotla.

   

Ser científico es una forma de ser, una forma de vivir

Lozada Morales es producto de la universidad pública. Estudió la Licenciatura en Física en la Universidad Veracruzana, la maestría en el Instituto de Física “Luis Rivera Terrazas” y el Doctorado en Optoelectrónica en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP.

         Este hombre, de estatura bajita, delgado, de andar desenvuelto y rostro risueño, da cuenta de una memoria episódica.

         El grado de doctor lo obtuvo el 17 de mayo de 1996  -“esos datos no se olvidan”, comenta y ríe-, año en el cual ingresó al SNI. Tras dos evaluaciones, del nivel I pasó al II, en 2002  -“ese año nació mi hijo mayor”, recuerda-, y nueve años más tarde logró el nivel III.

         A la fecha, Lozada Morales es autor de 80 publicaciones de alto impacto. Sus trabajos han dado lugar a 700 citas. Ha dirigido 10 tesis de doctorado, 15 de maestría y 20 de licenciatura.

        A la BUAP ingresó en 1986  -“el 24 de septiembre”, precisa-, como profesor investigador de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas.  Su línea de investigación es la física del estado sólido, pero ha incursionado en otros campos, como la producción, fabricación y caracterización de capas delgadas para celdas solares.

          Para este investigador que confiesa no haber realizado estancia alguna en el extranjero, la ciencia ha sido el vaso comunicante entre su vida rural y el científico en el que se ha convertido. Por ello, sonriente y con elocuencia, expresa:  “Ser científico es una forma de ser, una forma de vivir”.

 

Tras la luz blanca limpia

Luego de más de tres décadas de antigüedad en la Institución, Rosendo Lozada no desea aún abandonar el aula universitaria: “Jubilarme, noooooo, estamos produciendo”. Actualmente dirige tres tesis de doctorado y una de maestría, y es responsable de un proyecto Cátedra Conacyt, por el cual desarrolla una investigación sobre la generación de nuevas matrices vítreas luminiscentes para generar luz blanca.

         Las matrices vítreas o materiales vítreos –del tamaño de una moneda de 5 pesos y que presentan volumen- son aquellos que a veces presentan luminiscencia, es decir, al iluminarlos con luz ultravioleta emiten luz blanca, como un foco.

         En ese proyecto ha trabajado tres años y hoy dice con orgullo tener resultados: nuevos materiales, elaborados a partir de vanadatos de cadmio, fosfatos de zinc, impurificados con metales de transición, y lantánidos. Con ello, indica,  aporta la base científica para sustituir, por ejemplo, la iluminación de casas, oficinas, edificios, con focos, cuyo compuesto actual es el mercurio que al terminar su vida útil contamina el medio ambiente.

         “Con la producción de estas matrices o materiales vítreos, podríamos activarlos con diodos laser que emiten en el ultravioleta y que son muy baratos, para posteriormente generar luz blanca, y ya no contaminaríamos, pues son química y mecánicamente muy estables, irrompibles, y con el tiempo no se degradan”.

       

-¿Cuál considera que es su contribución a la ciencia?

-¿Por lo que quisiera ser recordado? -ríe.

-Haber logrado explicar la transición de materiales cristalinos hacia amorfos en vanadatos. Muchos investigadores europeos estaban en la frontera de realizarlo, pero no llegaron a hacerlo. Esto ocurrió hace cuatro años, en 2012, después de cinco años de investigación.

 

         De familia campesina, compuesta por cinco hermanos, Rosendo Lozada Morales retorna regularmente a la tierra que lo vio nacer y lo dice con alegría. “Si comparamos el campo y la ciudad, hay un mar de diferencias en cuanto a conocimientos; en cuanto a sensibilidad, entre el campo y la ciencia no hay tanta diferencia. La sensibilidad que uno genera en este, uno la guarda y es inmensa”.

         La universidad pública ha sido su espacio, desde su formación de pregrado al posgrado, y hoy de trabajo.   

         “La universidad la imagino como un mar, gente muy valiosa y de mucho conocimiento. Una Torre de Babel: conocimientos, disciplinas varias, personas con diversos saberes... En suma, un lugar que trasciende”, expresa el investigador, quien encontró en la ciencia el camino para comprender los fenómenos de la naturaleza y establecer un puente con su natal Chilchotla.