Gregorio Hernández Cocoletzi, investigador de frontera y “Ciudadano Distinguido” por su tierra natal
- Tiene más de 120 artículos publicados en revistas especializadas, como Surface Science Reports
Gregorio Hernández Cocoletzi ha recibido diferentes reconocimientos, uno de ellos otorgado por la Sociedad Mexicana de Ciencias de la Superficie y Vacío por la mejor tesis doctoral en 1991. Actualmente es nivel III del Sistema Nacional de Investigadores y tiene en su historia académica alrededor de 150 participaciones en congresos nacionales e internacionales y más de 120 artículos publicados en revistas especializadas, como Surface Science Reports.
Investigar materiales nuevos es un tema que se puede enmarcar en la ciencia de materiales. Cuando las dimensiones son pequeñas, del orden nanométrico (nanómetro: millonésima parte de un milímetro), su estudio es a través de la nanociencia, área importante para el desarrollo científico y tecnológico en diferentes disciplinas, desde la fabricación de dispositivos electrónicos hasta médicos. Para hacerlo posible, Gregorio Hernández Cocoletzi, investigador del Instituto de Física “Ing. Luis Rivera Terrazas” (IFUAP), centra su trabajo en estudios predictivos de nuevos materiales con dimensiones nanométricas.
“Tratamos de encontrar desde el punto de vista del modelado computacional, sistemas que eventualmente impliquen o favorezcan la aplicación en general en los dispositivos electrónicos, por ejemplo. Como dicen los compañeros, si encontramos nuevos materiales podemos sugerir su empleo en las naves espaciales”, expresa con emoción.
Desde su cubículo en Ciudad Universitaria, por medio del modelado computacional, realiza cálculos de primeros principios para encontrar estructuras estables, ya que la fabricación de los materiales propuestos implica altos costos y equipos sofisticados. De esta manera, Gregorio Hernández, doctor en Física por la UNAM, investiga cómo modificar el grafeno, material que simula un panal de abejas y se utiliza en dispositivos electrónicos. También indaga en el encapsulamiento de moléculas orgánicas en nanotubos de nitruro de boro, para que estos sean utilizados como transporte de fármacos.
Otra vertiente de su trabajo es tomar un sistema publicado (los resultados de una investigación), para explicar las propiedades físicas de los sistemas. La comparación entre teoría y experimento es lo que completa un trabajo de investigación, argumenta el ganador del Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en 2006.
- ¿Por qué dedicarse a la Física teórica?
- Es un asunto de afinidad. No fui bueno para la parte experimental, al contrario esta me dio dolores de cabeza. En cambio, hacer cualquier desarrollo matemático era menos complicado. Eso me orilló a incursionar en la Física teórica, a efectuar cálculos algebráicos y programas para cálculo numérico.
El trabajo constante reditúa
Gregorio Hernández Cocoletzi nació en Guadalupe Tlachco, municipio de Santa Cruz, Tlaxcala, población con cerca de 2 mil habitantes y a 7 kilómetros de distancia del Centro Vacacional La Trinidad, cerca del volcán La Malinche. En sexto año de primaria obtuvo el primer lugar de un concurso y como premio visitó Los Pinos durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz, a finales de 1965.
Por cuestiones de estudio se trasladó a la ciudad de Puebla y desde entonces esta metrópoli es su casa y la BUAP, su alma máter, pues a pesar de recibir una oferta de trabajo en la Pontificia Universidad Católica de Chile, una de las principales instituciones de educación superior chilena, optó por ser fiel a la institución que le ha dado tanto.
Estudió Física en 1972, en la entonces Escuela de Físico Matemáticas en la BUAP (ahora facultad), porque estaba seguro que esta carrera le permitiría conseguir trabajo pronto. Su elección fue acertada.
Al egresar optó por realizar un posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM, maestría y doctorado. Su tesis doctoral fue premiada en 1991 por la Sociedad Mexicana de Ciencia de Superficies y Vacío, ahora conocida como Sociedad Mexicana de Ciencia y Tecnología de Superficies y Materiales.
Más tarde, realizó una estancia de investigación en la Universidad de Ohio, en Estados Unidos, bajo la supervisión del profesor Sergio Ulloa, donde trabajó propiedades ópticas desde el punto de vista cuántico, en sistemas de pozos cuánticos.
Tras dos años de creación del Sistema Nacional de Investigadores, en 1987 ingresó a este programa. Desde entonces ha escalado hasta alcanzar el grado más alto, el nivel III. También es integrante de Nano Red del Conacyt, presidente de la Sociedad Mexicana de Ciencia y Tecnología de Superficies y Materiales, así como miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y de la American Physical Society.
Su producción científica abarca más de 120 artículos en revistas indizadas, como Physical Review B, Physical Review Letters y Surface Science Reports. Supera los 45 alumnos titulados de licenciatura y posgrado.
Es autor de tres libros de divulgación de la ciencia, a partir de su colaboración con el doctor Noboru Takeuchi, obras escritas en español y traducidas al náhuatl, su lengua madre: Nanociencia, Números nahuas y Energías limpias, del programa Ciencia Pumita del Centro de Nanociencias y Nanotecnología de la UNAM, que busca divulgar la ciencia para los niños hablantes de español y de lenguas mexicanas. Además, recientemente se han agregado idiomas como el Quechua de Perú y el Aimara de Bolivia.
De las propiedades ópticas a la nanociencia
La primera etapa de su trabajo de investigación fue sobre propiedades ópticas. El primer cálculo que realizó, bajo la supervisión del profesor Peter Halevi, fue parte de su tesis de licenciatura: Propagación de ondas electromagnéticas en la interface entre dos metales.
Continuó trabajando bajo la supervisión del profesor Halevi, en cálculos sobre propiedades ópticas, pero ahora en semiconductores. “Estudiamos propiedades ópticas de excitones en superficies, películas delgadas y posteriormente en sistemas multicapas y superredes, esa fue la siguiente etapa de mi carrera de investigación”.
Tras considerar ampliar su campo de investigación, Hernández Cocoletzi entabló una colaboración con el doctor Noboru Takeuchi, del Centro de Nanociencias y Nanotecnología de la UNAM, en Ensenada, Baja California, quien estudia primeros principios de superficies y nanoestructuras. Fue así que pasó del estudio de propiedades ópticas, a nivel macroscópico, a propiedades estructurales y electrónicas, a escalas nanométricas. A raíz de esta amistad, se convirtió en divulgador de nanociencia.
La universidad pública, la base del desarrollo
Para el responsable del Cuerpo Académico Física Computacional de la Materia Condensada del IFUAP, la universidad pública es la base del desarrollo, pues al ser el menor de cinco hijos de una familia humilde, dedicada al campo, esta le permitió acceder a estudios universitarios. “Definitivamente, la universidad pública en México es la base para el desarrollo. Si no tuviéramos universidad estaríamos en retroceso total. Por ello, me siento orgulloso de ser parte de ella desde el inicio”, comenta.
Del mismo modo, el investigador considera a la educación parte fundamental para la superación de la sociedad. “Si México es un país más educado erradicaríamos muchos problemas”.
En este sentido, ¿cuál es la importancia de la ciencia y del desarrollo de la investigación científica? Antes de contestar, Hernández Cocoletzi recuerda las palabras de su profesor Jesús Reyes Corona, en el último año de licenciatura, y parafrasea:
- Tengo la opinión de que México es un país que necesita desarrollarse. Entonces, nosotros, debemos trabajar y estudiar cuestiones relacionadas con aplicaciones, las cuales en conjunto con la ciencia básica, harán un país mejor.
Más allá de su actividad académica y científica, el doctor Gregorio Hernández dirige un equipo de beisbol los domingos en su comunidad natal, Guadalupe Tlachco, en Santa Cruz, municipio que lo nombró Ciudadano Distinguido, en reconocimiento a su trayectoria científica.
A decir del académico, con más de 40 años de labor docente, la aportación de su investigación no se visualiza de manera inmediata, pues su trabajo se centra en proponer sistemas para posibles aplicaciones:
“Digamos que la parte atractiva para mí es proponer un sistema que sirva como un dispositivo para aplicación en nanoelectrónica. Eso no lo hemos logrado en la vida real, pero tampoco significa que no lo logremos”.