- Es la segunda mujer en ocupar la dirección de la Facultad de Ciencias de la Computación
Los cambios tecnológicos en las décadas de los 80 y 90 marcaron de forma decisiva a muchas generaciones. La nueva red de comunicación fue trascendental para empresas, instituciones e individuos, quienes se vieron influenciados por la revolución digital. En la BUAP, la Facultad de Ciencias de la Computación se creó en 1995, con una oferta educativa orientada a las necesidades de la industria y las demandas sociales. Desde entonces, cientos de estudiantes se han formado en sus aulas, donde al inicio las mujeres no rebasaban el 30 por ciento de la matrícula. Hoy es diferente: casi el 50 por ciento son mujeres.
En 27 años de existencia, esa unidad académica sólo ha tenido dos mujeres como directoras; una de ellas, la maestra Consuelo Molina García, quien reconoce en esta encomienda una gran responsabilidad, pero también una oportunidad para crecer en muchos sentidos.
Desde niña se sintió atraída por la tecnología; su primer acercamiento fue a través de los juegos y la convivencia e influencia de su hermano mayor. “Al ser la más pequeña tomé las experiencias de los hermanos mayores y de las áreas donde se estaban desarrollando, entonces el interés por la ciencia, en particular por la tecnología, fue lo que más llamó mi atención, porque también nos tocó vivir esta etapa de cambios y revoluciones en los sistemas de comunicación”.
Al cursar la preparatoria, su objetivo profesional ya estaba definido: quería investigar, crear cosas y utilizarlas. Para lograrlo, se decidió por el área de las ciencias exactas, la tecnología y la programación. Fue así como ingresó a la Facultad de Ciencias de la Computación, donde cursó la Licenciatura en Ciencias de la Computación y después un posgrado en Ingeniería de Software. A partir de entonces se enfocó en el área de la docencia, actividad que compaginó con el trabajo en el área empresarial.
“Recuerdo que cuando ingresé a la licenciatura, más del 70 por ciento eran hombres, pero eso ha cambiado mucho y prueba de ello es que ahora la participación femenina creció notablemente en la facultad. Por ejemplo, en los tres programas educativos que se ofrecen, casi 50 por ciento de los estudiantes son mujeres, quienes optan en primer lugar por la carrera de Ingeniería en Tecnologías de la Información y después por Ingeniería en Ciencias de la Computación”.
Para la maestra Consuelo Molina, en las ciencias computacionales existe la ventaja de que hay una participación equilibrada entre hombres y mujeres, sobre todo en el desarrollo de software, donde lo más importante es la creatividad para diseñar y desarrollar proyectos de gran impacto.
Dentro de la facultad, recuerda, fueron pioneros en la creación del área de fábricas de software, así como de emprendimiento, donde ella tuvo la oportunidad no sólo de impartir la materia, sino de asesorar y participar en diferentes proyectos con los estudiantes, quienes a través del trabajo multidisciplinario dentro de la universidad dieron forma a proyectos creativos e innovadores, algo que también permitió motivar a otros alumnos.
Dentro del área académica, refiere, uno de los proyectos en los que contribuyó fue en el desarrollo de un software enfocado a la organización de una olimpiada nacional, esto dio pie a un registro de patente y ahora este modelo fue replicado en el área deportiva.
La maestra Molina García, además de sus actividades docentes, tiene también bajo su responsabilidad la crianza de sus hijos. Al respecto, reconoce que tiene que administrar muy bien su tiempo para cumplir con sus responsabilidades familiares.
“He tenido que ser muy creativa para poderme dividir, porque soy mamá y esposa, pero es justamente en la familia donde encontré mi mayor apoyo, gracias a mi esposo y a mi familia he podido desarrollarme y cumplir con todas mis funciones”.
Le gusta el deporte, en especial el fútbol, así como la música, particularmente tocar la guitarra. En estos años de trabajo recuerda cómo ha enfrentado diversos retos, desde la aplicación de nuevas normativas institucionales en 2019, el paro estudiantil en 2020, cuando tuvo la oportunidad de entablar un diálogo con los estudiantes y escuchar sus inquietudes, hasta la adaptación de nuevas estrategias docentes por la pandemia.
“Fue un arduo trabajo adaptarse a la distancia, que cada uno pudiera renovarse con los equipos y acoplarse en la casa. Para esto las redes institucionales y los canales de comunicación digital fueron de mucho apoyo. Ahora, con una planeación ya tenemos nuevamente un aforo en la facultad, aunque es reducido, se puede garantizar un regreso seguro para todos”.
Una de las grandes satisfacciones de la maestra Consuelo Molina es su labor como docente: ver a sus estudiantes egresar y que ocupen lugares importantes en empresas nacionales e internacionales; pero sobre todo ver como regresan a su alma máter, buscan a sus profesores y comparten sus conocimientos y experiencias. “Ese amor por la institución es algo que les inyectamos y me siento muy orgullosa de ello”.
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