El impacto de la BUAP tiene un efecto multiplicador en América Latina: Bryan Larios

Lunes, Diciembre 7, 2020
  • Coordinador de la carrera de Física en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, reconoce la formación integral e internacional que recibió en la BUAP, lo que le ha permitido hacer ciencia de vanguardia

Además de ser de muy alto nivel, la Física que se desarrolla en la BUAP tiene un efecto multiplicador no sólo en México, sino en América Latina, considera el doctor en Física, Bryan Obed Larios López, quien afirma que su formación en esta Universidad fue integral e internacional gracias al apoyo que recibió para realizar estancias en otras instituciones del mundo, lo cual le ha permitido hacer investigación de vanguardia.

“En la BUAP aprendí a trabajar, la formación de alto nivel que me ofrecieron en el área de Física me ha permitido establecer relaciones, emprender y colaborar con otros científicos. Gracias a eso he podido extender ese conocimiento adquirido y abrir nuevas líneas de investigación en mi país, donde actualmente me desempeño como coordinador de la carrera de Física en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras”, expresa.

Con una sonrisa siempre amable, que refleja el gusto que siente por lo que hace, el investigador egresado del doctorado en Física de la BUAP ha enfocado su interés en temas relacionados con métodos modernos en teoría cuántica de campos y gravedad, materia oscura, supergravedad y supersimetría, aspectos clásicos y cuánticos de los agujeros negros y, más recientemente, amplitudes de dispersión.

Entre sus logros profesionales está ser investigador asociado al Mesoamerican Centre for Theoretical Physics (MCTP); ser miembro de la Sociedad Americana de Física, contar con diversos artículos publicados en revistas de primer cuartil; ofrecer más de 45 pláticas internacionales en países como Guatemala, Brasil, Italia, Reino Unido, Israel y Estados Unidos. Asimismo, ha realizado estancias en universidades como la UNAM, Cambridge, Amsterdam, Universidad Hebrea, Stanford, Edimburgo e Instituto Balseiro, entre otras.

El vínculo que guarda con la BUAP permanece vigente gracias a la colaboración que mantiene con físicos como el doctor Lorenzo Díaz, con quien trabaja amplitudes de dispersión, lo que los convierte en el único grupo de América Latina en abordar este tema. Para entender este interés científico, el doctor Larios explica que las amplitudes de dispersión son estructuras o fundamentos matemáticos necesarios para aplicaciones directas en trabajos experimentales que realizan científicos, cosmólogos o astrofísicos, específicamente en la detección de las ondas gravitacionales que se generan en la colisión de agujeros negros en algunas regiones del Universo o a distancias muy lejanas.

“Ya existe ingeniería para estos estudios, en Estados Unidos, por ejemplo, hay aparatos que detectan ondas gravitacionales, antenas que emiten y transmiten ondas electromagnéticas con las que usamos el teléfono, es decir, no es ciencia ficción porque hay toda una tecnología para ondas gravitacionales y una parte de esa información requiere de herramientas que la ciencia básica da y es ahí donde se ubican las amplitudes de dispersión”.

Otro ejemplo donde se puede aplicar el conocimiento generado en ciencia básica, respecto a amplitudes de dispersión, señaló, es en el acelerador de partículas en Ginebra, Suiza, el CERN, un laboratorio con el que la BUAP mantiene una estrecha colaboración.

“Ellos (CERN) necesitan cada vez más una mejor precisión para corroborar la teoría y el experimento, para eso se valen de métodos computacionales, ya sea teóricos o con supercómputo y en ese sentido las amplitudes de dispersión son el corazón, porque conectan la teoría con los experimentos, así que los métodos que trabajamos eventualmente se van aplicando para mejorar la precisión en los futuros aceleradores, esas serían las aplicaciones más aterrizadas.”

 

Puebla y la Universidad lo cautivaron

Bryan Larios nació y creció en el pueblo de Santa Rosa de Copán, Honduras, donde lo más cercano a un científico eran los ingenieros agrónomos. Fue durante la preparatoria que un profesor sembró en él la inquietud por las ciencias exactas y así se decidió por la ingeniería civil. Sin embargo, cuando tenía cursado el 80 por ciento de la carrera, un amigo lo invitó a un coloquio de Física y eso cambió el rumbo de sus decisiones.

“Poco a poco me fui interesando y sin decirle a mi mamá empecé a estudiar las dos carreras simultáneamente. Al principio, la Física sólo me causaba curiosidad, pero mordí el anzuelo. Justo en esa época estaba reciente el trabajo de teoría de supercuerdas de Juan Martín Maldacena, la cual unificaba la gravedad con la teoría cuántica de campos, todo eso me cautivó y así me di cuenta que pertenecía a esto”.

En Honduras el doctor Bryan Larios tuvo la oportunidad de conocer al destacado físico Fernando Quevedo Rodríguez, quien trabajaba en Cambridge y estuvo bajo la supervisión del premio Nobel Steven Weinberg. La influencia de este físico y el ambiente en el que lo involucró sirvió para que trabajara por un objetivo claro, tener cabida en el mundo de la Física.

“Al tener como espejos a esas personalidades de la Física y ver el trabajo que realizaban, encontré lo que realmente quería. Me resultó difícil regresarme a ingeniería, así fue como busqué becas en el extranjero y poco a poco me adentré en una carrera que tiene una peculiaridad: no sólo la estudias o desempeñas por un salario, se vuelve realmente una filosofía de vida”.

El doctor Larios recuerda que gracias al apoyo del doctor Fernando Quevedo recibió una beca en 2010 para actualizase con los físicos más destacados en el mundo, en materia de teoría de partículas en Brasil, donde conoció al doctor Lorenzo Díaz Cruz, investigador de la BUAP.

“Entones era un estudiante de maestría, pero sin tesis, y entonces el doctor Lorenzo Díaz me aconsejó viajar a México con el doctor Alberto Guijosa, del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, entonces obtuve una beca para estar un año y así me enamoré de México, aunque ese impacto se multiplicó por 10 cuando conocí Puebla”.

En 2012 regresó a Honduras a graduarse y a concursar por una plaza en su país, pero la idea de regresar a trabajar con el doctor Lorenzo Díaz en la BUAP fue un nuevo propósito. La idea era participar en un proyecto ambicioso que dio origen a una línea de investigación que no se trabajaba en México: las amplitudes de dispersión.

De esta forma, partió de trabajos y técnicas del Nobel Richard Feynman, y con el doctor Lorenzo Díaz implementó técnicas modernas de amplitudes de dispersión más eficaces. Su trabajo arrojó los resultados que esperaban, en efecto lograron resultados más precisos, lo que derivó en más propuestas y nuevas técnicas.

“Ese trabajo dio pie a cinco artículos internacionales adscritos a la BUAP en revistas científicas de prestigio; también dicté más de 40 conferencias sobre estas técnicas en diferentes instituciones, representando a la BUAP. Este trabajo facilitó además que la comunidad internacional nos identificara como representantes en México y América Latina en temas de vanguardia como el de amplitudes de dispersión.

 

Qué le dejó la BUAP

“Haber estado en la BUAP fue maravilloso y no sólo porque esta institución está en una de las ciudades más bellas del mundo, con una enorme riqueza cultural e histórica, a eso hay que sumar todo lo que ofrece la BUAP, es decir, su programa de doctorado de alto nivel, lo que la convierte en una excelente opción para prepararse”, asegura.

Recuerda que renunció a una beca que le otorgó la Secretaría de Estado de Honduras en colaboración con Washington, que le permitía estudiar en algunas de las universidades más importantes de Estados Unidos. Sin embargo, su apuesta fue la BUAP, pues ninguna de esas instituciones le ofrecía la flexibilidad para trabajar en temas de vanguardia, como la Máxima Casa de Estudios en Puebla.

“En realidad mi interés era hacer investigación desde el primer día de mi doctorado y eso sólo lo ofrecía la BUAP. Fue una apuesta, pero gracias a esa versatilidad, a las colaboraciones y el roce internacional que mantienen sus investigadores, valió la pena, porque no hay que olvidar que en el ranking mundial, la BUAP es la número 1 en Física en México, incluso por arriba de la UNAM y otras instituciones y a nivel mundial permanece muy bien ubicada y eso hizo mi decisión muy acertada”.

En la BUAP, reconoce, aprendió a emprender proyectos, generar conocimiento, entender que la irreverencia a las normas, a lo establecido, puede generar nuevas líneas de investigación; eso lo vio justamente en el trabajo de doctores como Lorenzo Díaz, Jesús Toscano Chávez y en general en todo el grupo fuerte de físicos que tiene la BUAP.

“Ahora, a pesar de que mantengo vínculos con investigadores de la BUAP, soy un científico independiente y eso habla muy bien de mi formación, en ese sentido, el Centro Internacional de Física Fundamental (CIFFU), adscrito a la BUAP y al que igual pertenezco, cobra mucha importancia porque permite florecer nuevas líneas de trabajo que nos colocan en la mira internacional”.